miércoles, 17 de febrero de 2016

MUSEO DEL ORO EN LIMA

Gastón Cornejo Bascopé

Lima Perú, Febrero 2016

La primera visita lograda en Lima fue al museo privado de un millonario peruano. De ingreso sufrí una decepción transitoria pues se mostraba cuatro o seis salones repletos de armaduras, pistolas, lanzas, petos, cañones, arcabuces, cascos guerreros de personajes múltiples. Inclusive, en busto y en fanal de vidrio, réplicas del Gral. Franco y Pinochet, con gesto militar amenazante y ante quienes levanté la mano para cubrir la visión, avergonzado de sus historias. Me sorprende el encuentro de armas propias del Mariscal Andrés de Santa Cruz Kalahumana, el revólver que asesinó al Gral. Germán Busch, uno con nácar propiedad de Salvador Allende, y de otros militares americanos y europeos. Mención especial merece el Libertador Simón Bolívar, altivo y uniformado, con su reconocida testa napoleónica (inmediatamente observo que tiene  un porte superior al que tenía en vida). Armas de la conquista, inclusive está el propio sable de Francisco Pizarro el puerquero, adquirido de un coleccionista norteamericano; miles de herraduras, cabalgaduras, estribos, frenos, de los caballos de los conquistadores. Recordé que una de mis metas frustradas es no haber logrado la creación del Museo de Historia Militar en Cochabamba.
Luego, la visita cumple su objetivo, conocer el Museo del Oro del Perú. Se pasea por varios salones bien dispuestos resguardados con macizas puertas de seguridad donde se expone muchísimas piezas artísticas de oro y de plata, guardadas en fanales de vidrio, propias de las diferentes culturas precolombinas, en su mayoría pre incaicas. Llama la atención la orfebrería artística, visible sobre todo en las coronas, radiadas de láminas áureas, que en su cuerpo muestran prendidas numerosas plaquetas de oro finamente entrelazadas, y móviles, de tal manera que vibran con el movimiento del portador a quien le  concedían notoriedad de autoridad relevante. Petos, collares, báculos de formas y adornos variados como emblemas de jerarquía y distinción; manos cruzadas con dedos extendidos significando trabajo, reflexión, construcción, ideas, conceptos, pensamiento crítico.
Mascarones de argento y dorados, con facies peculiar, ojos de turquesa, rasgados - según el guía representa figuras de aves mitológicas - según mi concepto cultural son evocaciones ancestrales asiáticas. En los varones orejeras; en las damas, lengüetas colocadas bajo el labio inferior sobre el mentón reveladoras del estado de plenitud sexual y su disposición a la maternidad, piezas de ambos sexos adornadas con figuras zoomórficas especialmente de aves. Trabajos con hilos de oro mostrando las redes iniciales para confeccionar los atuendos, ponchos, polleras. Una cubierta bordada para proteger al jerarca andino de la inclemencia del ambiente externo. Todos los elementos trabajados con el áureo metal.
Y nuevamente la violencia humana pre colonial: instrumentos guerreros, porras de dura piedra, redondas, estrelladas, multiformes en tamaño y peso, con el hueco central para ensamblar las masas, el arma mortal de las batallas. Piezas líticas de toda dimensión y aplicación agrícola, laboral y cultural. Un Quipus de utilidad matemática, distinta al Quipus mural extendido guardado en el  Museo Precolombino de Santiago de Chile con el verdadero significado del Runa Simy, el complejo lenguaje similar al lenguaje biológico del ADN genético de la vida en el planeta. El guía minimiza la significación del instrumento de los Quipucamayos, sólo habría tenido el valor contable de un sistema métrico decimal, en los nudos y en los colores. Reconozco instrumentos del Ande central, propios también de nuestras culturas indígenas: topos fijadores de  mantas, bordadores de tejidos.
Una sala especial dedicada a la medicina: los Tumis, bisturís quirúrgicos de diferente dimensión y forma, de oro puro, adornados sus mangos con piedras preciosas. Apuré el pensamiento de un Tumi trepanando la corteza del cráneo, reparando una fractura ósea del guerrero herido, o eliminando fantasmas del poseso enfermo. Pinzas, instrumentos quirúrgicos varios¸ utensilios. Se muestran diversos cráneos trepanados, y las soluciones de continuidad cubiertas con placas de oro, plata o calabaza y los bordes, muchos de ellos presentan neo formación ósea, evidenciando la sobrevida y curación.
Son cientos de piezas expuestas en plenitud de arte y de historia. Felizmente se trata de una colección privada, garantizada en su seguridad, al amparo de la sustracción que identifiqué en la Cancillería boliviana. El museo enriquece el pensamiento histórico del Hombre Americano, educará a las generaciones por venir.
Finalmente, momias en diferentes estadios, en posición uterina o extrañamente extendidas. Infantes, con sus caracteres morfológicos de seres puros, con sus juguetes encontrados en las tumbas, según su jerarquía, de oro, plata o bronce. Como figura principal se muestra al Señor de Cipán, encontrado recientemente y calificado como el Tutankamón Andino, con todos los atuendos de monarca humano y divinidad celestial. Cabezas de enemigos abatidos, empequeñecidos a la manera de los ecuatorianos Jíbaros, con espinos entre cruzados en los labios para evitar maldiciones y dispuestos en colecciones para exponer la valentía y los logros de sus vencedores. En los vasos y cántaros, adornos de primoroso arte, tallados con fino buril en el precioso metal. Con lupa, colocada expresamente, se observan imágenes de enorme significado intelectual y de avanzada evolución cerebral.
Busco ansiosamente mi Tiwanaku; y encuentro la cruz gamada, el gorro de cuatro puntas, la figura escalonada, en sus vasos y cerámicas, algunas imágenes geométricas con sus mensajes líticos trasmitidos también en sus tejidos y kerus. A propósito de Tiwanaku, el guía minimizó la importancia de la cultura altiplánica del Alto Perú, la más grandiosa civilización ateniense académica y trascendente de toda la historia americana. Sobre el Quipus de Tiwanaku aprendió por mi insistencia, la existencia de uno residual de los diez millones hallados por los hispanos, según Gunnar Mendoza, que se encuentra en el nombrado Museo Precolombino chileno; las especies arqueológicas de San Pedro de Atacama, la historia del Hombre de ese tiempo, la expansión cultural –no militar – de territorios que actualmente son Perú, Bolivia, Chile y Argentina; su influencia sobre los aborígenes del Ecuador, Colombia y Venezuela; y sus posibles contactos culturales con los Aztecas y los Mayas de Centroamérica.
Fueron culturas contemporáneas, siglos antes y después de Cristo, y  seguramente convivieron, desde Colombia hasta la región austral de araucanos y mapuches. Los Incas llegaron más tarde apenas tres siglos de existencia. Imposible pensar que no tenían un registro escrito de sus eventos históricos y humanos; sin ello no habría existido evolución posible, y ellos sí fueron de avanzada evolución antropológica. Pienso en el Templete, en Kalasasaya, en la pirámide Akapana, más bella que la de la Keops en  Egipto; pienso en su estructura política, social y cultural, en su lograda sociología y bioética, en la profundidad ética de la vida que permitió su milagrosa existencia. Y luego, advino la frustración histórica, la invasión de guerreros a caballo desde allende los mares, de la Europa española y sus secuaces armados de pólvora y arcabuces. Se llevaron todo el oro, la plata, las piedras preciosas expuestas. No interesó  la artesanía cultural, la fundieron, mas no pudieron con el metal precioso que quedó enterrado en las Huacas ¡Felizmente!
Concluyó la visita turística en el Museo del Oro sin mensaje alguno. Reclamé al guía pues entre los visitantes habíamos chilenos, peruanos y bolivianos. Faltaba el epílogo de nobleza: ¡Los ancestros visitados, en sus entrañas existenciales y sus productos, eran nuestros comunes padres americanos. Ellos merecen, a la distancia del tiempo, todo el respeto histórico, científico y antropológico. No es posible que entre los descendientes - ahora mestizos de sangres injertadas - guardásemos rencores indebidos. En honor a ellos y a su historia humana de elevada cumbre, nos cumple guardar la fraternidad debida. No más Caínes ni besos traicioneros. No más resentimiento por antiguos enconos de intereses heredados. No más enclaustramiento ni candados. Más bien abrazos, paz y construcción de un porvenir conjunto rescatando nuestro común ancestro y el ordenamiento patrimonial señalado.



miércoles, 3 de febrero de 2016

LA PLAZA 14 DE SEPTIEMBRE (COCHABAMBA - BOLIVIA)

Gastón Cornejo Bascopé

Cochabamba Enero 2016.

Me cumple felicitar al nuevo Burgomaestre José María Leyes por la remodelación de la Plaza de Armas, 14 de Septiembre corazón histórico de Cochabamba.

A pesar de la lluvia y el gélido del ambiente, visité el lugar sagrado de los cochabambinos para permitirme una rápida evaluación. De inicio sentí  encontrarme en la plaza principal de Santa Cruz, naturalmente con la diferencia del calor humano oriental, el aspecto agradable de los seres del llano, y la frondosa vegetación de toboroches.

Encontré un lugar de espacios agradables y amplias aceras, pintados los  asientos, los jardines bien diseñados; el conjunto marca satisfacción. Extrañé  la música de fondo de las pequeñas aves en trance del ocaso. Mirando al cenit, las añosas palmeras me dijeron que el esfuerzo municipal debía premiarse. Las tres gracias más bellas que nunca. Remozado el Obelisco erigido para conmemorar el grito libertario de septiembre y limpias las placas conmemorativas de la acción patriótica dispuesta por Ordenanza del Presidente Municipal don Domingo Soruco el 30 de diciembre de 1875.

Sin embargo, una nota de disgusto arrancó de mi interioridad un profundo alarido. Llegando al pie de esta columna sacra coronada por un viejo cóndor que no alcanza a alzar el vuelo, espantado, observé en el piso tres escudos. Al norte el emblema nacional muy bien logrado; al oeste el verdadero escudo municipal; y al este, un adefesio con banderas, lanzas, medialunas árabes e inscripción latina, identifiqué inmediatamente el escudo del Virrey Toledo - el asesino mayor del Coloniaje en América que dio término a cinco millones de indígenas en los socavones del cerro de plata en la Mita genocida.

Para conocimiento del Señor Alcalde y sus asesores: la historia del escudo de Cochabamba se inicia con la imagen que el Virrey nombrado pergeñó para la Villa, la figura del mayor cinismo y crueldad colonial, un león rampante central rodeado de seis cabezas de indios degollados; imagino la reacción del pueblo al real insulto. Con la Independencia, tuvimos el magnífico blasón que simbolizaba nuestra riqueza agrícola cultural. En el Digesto de Ordenanzas, Reglamentos y Decretos de la H Municipalidad, publicación ordenada por el Concejo Municipal de 1893, a cargo de los señores Enrique Soruco y Wladislao Montenegro, se configura originalmente el emblema departamental que tiene tres cuarteles, la cordillera del Tunari abajo: dos cuadriláteros superiores, a la derecha una gavilla de trigo emblema de la riqueza vegetal; a la izquierda dos serpientes de caduceo (la paz y el comercio que también figura en la moneda boliviana). Se alza sobre dos ramas de laurel, el triunfo alcanzado por las luchas de la libertad, una cinta tricolor y a los lados 12 estrellas representando a las provincias.

Cinco años después, un artista local pintó al óleo sin firmar el escudo  que figuró en el Salón de Actos Públicos con las modificaciones dispuestas el 17 de octubre de 1898 por el H. Concejo Municipal: 

“El escudo departamental tiene la forma francesa dividido en tres cuarteles; el primero de la derecha lleva en campo de gules, tres espigas de oro entrelazadas con cintas del mismo color; el de la izquierda en campo de oro un caduceo de azur con las serpientes de sinople; y el tercero que ocupa la parte inferior una balanza en equilibrio, en cuyo primer platillo hay tres pilas de monedas de oro y en el segundo dos pesas. El escudo con una corona cívica en cuyo centro se lee: “14 de Septiembre”  rodeado de estrellas. El conjunto adornado por un trofeo de armas, 4 bayonetas de fusiles, un cañón en dirección diagonal (utilizados en Aroma, la Coronilla, Sipe-Sipe, Hamiraya, Quehuiñal), un hacha (emblema del trabajo cuyo mango representa la makana legendaria empleada por los bisoños de la Patria naciente); dos pabellones superpuestos sostenidos por astas y terminados en lanceta”. La modificación lleva la rúbrica de don Venancio Jiménez (Presidente del H. Concejo y ex Gobernador  que dio libertad a la estatua “Cobija” detenida en prisión policial) y la de Julio Quiroga. Secretario.

El tercer escudo que motiva mi enojo particular y que se atribuye el Municipio actual, es un error histórico a modificar prontamente. Se trata del escudo del Virrey Toledo, cuya imagen original tallada en piedra cubre su mausoleo familiar en Madrid, figura aportada por Adolfo Morales y acogida por el Municipio hispanófilo de entonces.

Según fuentes, "El CONDADO DE OROPEZA no fue heredado por Francisco Álverez de Toledo 1516 - 1581, conocido como el V Virrey del Perú (1569 - 1581). Fue únicamente hermano del verdadero Conde de Oropeza".
Lo interesante es que siendo genocidad de América sus restos descansan al pie del altar mayo de la Iglesia de San Bernando, construida seguramente con los doblones de plata llevados de Potosí.

(Virrey Francisco de Toledo)
En 1568 fue nombrado Virrey del Perú. Al año siguiente llegó a Lima y luego emprendió una visita General para conocer información del virreinato y organizarlo. Así pudo reglamentar las mitas y obrajes. Implantó las reducciones  indígenas y ejecutó a Túpac Amaru I, el último Inca. Tambien implanto el Tribunal de la Santa Inquisición. 

 Así mismo, la bandera celeste, insignia monárquica de los Borbones, que reemplazó la roja de Alejo Calatayud, el platero rebelde asesinado salvajemente y de Esteban Arze, el creador de Bolivia exiliado injustamente a Santa Ana de Yacuma por el español argentino Antonio Álvarez de Arenales Gobernador de Cochabamba en 1813 y 1815.
Para coleto del pueblo, a propósito de Gobernadores, (guardo la nómina) es bueno recordar que hasta 1825 existieron 19, que desde la República hasta el primer Centenario se contaba 109 Prefectos. Camino al Bicentenario de Bolivia, el número se aproxima a los 300. Por orden política todos fueron excluidos de la memoria y sus retratos, de la Galería de homenaje, fueron echados al canasto.
Se extrema la ignorancia histórica cuando adviene la interrogante: ¿Por qué se cambió el título de Villa por Ciudad de Cochabamba? Porque fue valerosa y leal al monarca español, porque sus indígenas quechuas ayudaron a matar a los aymaras rebeldes de Túpac Katari en 1781. Toledo tiene una estatua y una plaza.
Es difícil ser consecuente con la veracidad histórica. De todas maneras, Felicidades noble Alcalde por el esfuerzo en la remodelación de la Plaza de Armas. Aplausos, le ruego ordene se corrija el agravio histórico.
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EXTRAVÍO DE UN PATRIMONIO HISTÓRICO EN LA CANCILLERÍA 

Gastón Cornejo Bascopé
Ex Senador de la República de Bolivia.
Cochabamba. Enero 2016.

Comenté el renuncio de la Cancillería sobre el Pre Acuerdo del SILALA 2009, que tuvo características de una grave ¡Traición a la Patria! en su análisis de compromiso firmado por el vicecanciller Hugo Fernández y responsabilidad del actual Ministro David Choquehuanca. Pues ahora, incidentalmente, descubro también por evocación y testimonio personal, otro grave pecado: el extravío imperdonable de un patrimonio histórico. Se trata de la pérdida, descuido, hurto – cualquier calificativo - de los retratos de los Libertadores Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, los Padres de la Patria, confiados a la Cancillería.

Relato los detalles: Los descendientes del ex Presidente Carlos Blanco Galindo hicieron entrega oficial de las retratos originales pintados en 1825 en la ciudad de Sucre por un artista ecuatoriano y donados por  ambos Libertadores al Gral. León Galindo el año 1826, cuya originalidad consta en documentos epistolares del año 1919. Bajo un contrato  de recepción del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto representado por el Dr. Jorge Gutiérrez Granier, entonces Vice Ministro. Bienes patrimoniales que debían ser protegidos, preservados y cuidados con espíritu de grandeza histórica. En la cláusula tercera se señala textualmente: “Por la naturaleza de los objetos de valor histórico transferidos, los mismos no pueden ser llevados al exterior de la República, razón por la cual y con el propósito de resguardarlos, se transfiere al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, siendo las características y dimensiones de los retratos las siguientes: Pinturas originales al óleo sobre lienzo, enmarcados en madera, con yeso color dorado, con dimensión aproximada de 65 de alto y 53 de ambos cuadros, haciendo constar dos perforaciones en la parte superior del cuadro del Mariscal Sucre. Firman de conformidad con todas las cláusulas, en la ciudad de La Paz, el primer día del mes de octubre de mil novecientos noventa y tres años.

Sobre su originalidad trascribo una nota del Gral. Carlos Blanco Galindo (Pag. IV del Prólogo del libro publicado sobre la correspondencia epistolar entre Sucre y León Galindo. Imprenta “Moderna. La Paz 1918). También otra cita del personaje que tiene el membrete del Colegio Militar. Bolivia. Avenida Villazón No 23 Apartado 349 teléfono 312. Desde La Paz 9 de septiembre de 1919 a la Señora Amelia Galindo Argüelles. (Octava hija del Gral. León Galindo y doña Antonia Argüelles) “Querida tía: Ruego a Ud. Indicarme, al pie de la presente carta, y con la firma e dos testigos de prestigio, todo lo que sepa referente a los retratos que Ud. me regaló de los Generales Bolívar y Sucre, y la manera como dichos retratos fueron obsequiados por dichos Próceres a mis abuelos, el General León Galindo y Doña Antonia Argüelles de Galindo. Esperando de Ud. esta declaración le saluda con todo afecto, su sobrino que la quiere”

La respuesta  de doña Amelia Galindo Argüelles: “Mi querido hijo Carlos. Tus anteriores letras vienen a avivar en mi memoria recuerdos de aquellos inolvidables días en que mi madre la señora Antonia A. de Galindo narraba en familia sucesos de la guerra de emancipación y a propósito de ellos, las reuniones tenidas en  mi casa por el Mariscal Sucre, el Libertador Bolívar i otros próceres en trato íntimo con mi padre el General Señor León Galindo. Concretando mi recuerdo a los retratos puedo asegurar que fueron obsequiados formalmente por los…mismos Sucre i Bolivar a tus abuelos, i guardados en casa cual reliquias sagradas de la Patria. Los he entregado después á tu respetuosa veneración como el más llamado á conservarlos por tus sentimientos de elevado civismo i tu honrrosa profesión militar. Para afirmar la veracidad de aquel amable obsequio me bastará anotar lo que decía mi madre i no se ha olvidado en familia que cuando ella al recibirlos observó a Sucre que su retrato llevaba la nariz torcida, le contestó con estas palabras: “Qué quiere U. Antuquita si el original es así”. Entrego esta declaración a la fe patriótica de los caballeros abajo suscritos, cuya honorabilidad  es digna de tanta distinción como respeto. Te saluda con particular cariño tu tía Amelia Galindo”

Al pie de la nota: “Tenemos a mucha honra acreditar que la dignísima señora Amelia Galindo merece por su habitual sinceridad que se dé entera fe a su anterior declaración. Ut supra Aníbal Capriles - José Melchor Cuadros” (El primero distinguido parlamentario sacrificado en Chuspipata; el segundo Presidente del H. Senado y prestigioso hombre de leyes)

Cuando oficié de Senador, el año 2006, tuve oportunidad de observar el cuadro de Sucre caído en el piso de la oficina del Canciller David Choquehuanca. Reclamé oportunamente sin lograr una respuesta oficial. Años más tarde, acompañado de mi esposa llegamos a la cancillería con el fin de reclamar la existencia de dichos cuadros. Acusamos el objeto del viaje y esperamos hasta el cansancio; luego, se nos envió a otro edificio en la calle próxima, aledaño a la CNS, donde dicen se guarda el patrimonio cultural. El Jefe de la repartición preguntó ¿Cuándo se efectuó la entrega de los cuadros? En 1993. La respuesta definitiva: ¡Imposible encontrar nada antes del año 2000 pues el inventario fue efectuado en años posteriores. En concreto los cuadros ya no existen!

Claro, fueron extraviados por la improvisación habitual existente. Tengo la obligación de efectuar la denuncia que señala responsabilidad a la Cancillería actual, pues el documento tendría que estar anotado en el algún archivo pertinente; las pinturas deberían estar presentes en un salón de homenaje patrio como reliquias realzadas y registradas en copias fotográficas, privilegiadas y vigiladas en su cuidado, ad eternum. ¿Será posible que la confrontación ideológica de República VS Estado Multinacional, sea el motivo de la irrespetuosidad de trato con el bien patrimonial? Pasaron diez años de mi denuncia primaria; veinte y tres desde la entrega de los cuadros de los Libertadores a la Cancillería. ¿Cuántos desde su pérdida?

Los documentos rescatados del archivo familiar y el presente escrito, honran al Hombre símbolo, abogado y militar, General Carlos Blanco Galindo, insigne patriota de grandiosa participación en diversos momentos históricos y eventos de honor en la historia de Bolivia.