domingo, 13 de diciembre de 2015

-JURISTAS QUE DEJARON UNA COMPRESA EN SU CONCIENCIA

Cuando murió de un infarto el Gral. Pando, resguardado una noche de tempestad en la casa de los tres hermanos Jáuregui, su cadáver fue echado por ellos a un barranco, ebrios y temerosos de un proceso criminal. Fueron apresados y sindicados de haber efectuado un horrendo crimen. El proceso duró más de 12 años por falta de pruebas de culpabilidad. Después de ese tiempo, el juez creyó dar una sentencia salomónica dictaminando fusilamiento para quien le toque en suerte el bolo negro. Le tocó al menor quien tenía menos de 17 años cuando el deceso del ex presidente y no era imputable por ser menor de edad. Frente al patíbulo tomó la palabra, declaró su inocencia y denunció la injusticia proveniente de un juez infame; finalmente, pidió la maldición del Supremo a ejecutarse en la persona de un familiar íntimo del juez equivocado. Pasaron los años. El 21 de julio de 1946, la poblada criminal de La Paz, ingresó al Palacio de Gobierno, dio con Luis Uría de la Oliva, el nieto del juez de marras, le tomó a golpes de muerte, lo lanzó vivo por el balcón a la calle, fue arrastrado hasta el farol, colgado y muerto. La venganza del menor de los hermanos Jáuregui se cumplió patéticamente.
En la obra “Ben-Hur”, cuando ingresaba a Judea el nuevo Cónsul romano, el personaje principal, junto a su hermana observaban la marcha militar. Apoyados en la cumbrera del balcón de su casa, se desprendió una teja que cayó estrepitosa a los pies de la autoridad, el mismo que fue lanzado del asiento por el caballo encabritado. Ben-Hur terminó de esclavo en las galeras, la hermana y la madre en la prisión hasta contraer lepra. Fue un accidente involuntario y su juzgamiento y castigo por autoridades imperiales  y soberbias fue totalmente injusto.
Traigo a colación estos dos relatos relacionados en contexto con los abogados y jueces que juzgaron “a la boliviana”; es decir, con negligencia bioética manifiesta. Los principios básicos de la Bioética Universal son cuatro: Autonomía, Justicia, Beneficencia y No maleficencia. El desiderátum para los profesionales de la justicia es el de actuar con meridiana justicia y no hacer daño alguno;  aquí, tanto abogados, fiscales y magistrados son  injustos y obran con maleficencia, por tanto ameritan una sentencia pública por negligencia profesional en la justicia.
El enfermo que falleció, motivo de un proceso, acudió al médico de la CNS por dolores cólicos abdominales debido a piedras en la vesícula que producen inflamación y a veces cáncer; su tratamiento es la extirpación del órgano. La mejor técnica indicada para ello es la colecistectomía laparoscópica (técnica que tiene un porcentaje muy bajo de complicaciones pero como cualquier otra, no ofrece ninguna garantía para evitarlas, salvo la maestría quirúrgica del cirujano. (posibilidades de clips que se aflojan y permiten la salida de bilis con peritonitis biliar consiguiente, o clips que por excesiva presión de cierre dan necrosis del conducto cístico, con idéntica complicación, (en estadísticas mundiales se registra su ocurrencia entre 0.1 a 3%). A diferencia de la técnica  “abierta”,  es casi indolora, no permite la introducción de compresas y permite el alta al próximo día. Ésta fue la técnica empleada en la paciente del óbito en la que el cirujano no introdujo cuerpo extraño alguno.
Algo sucedió después de la cirugía con los clips, se aflojaron o deslizaron y dieron lugar a un grave problema de peritonitis biliar postoperatoria. Reingresó al hospital Obrero de la CNS a las 37 horas de su alta. Recibida por el médico de Guardia, fue re-hospitalizada el 18 de enero 2013. Se pidieron los estudios pertinentes y en tres ocasiones se valoró la evolución donde no existieron signos de agravamiento (estaba la peritonitis en curso). Sin embargo, al amanecer, el cirujano Residente, sin convocar al cirujano, decidió intervenir a la paciente a las 7 horas de observación por evidenciar deterioro clínico, según el expediente. Al parecer efectuó una “Laparostomía contenida”, es decir con técnica abierta del abdomen, efectuó limpieza, dejó abierta la pared abdominal colocando un paquete de compresas para evitar la salida de los intestinos (evisceración). Queda en Terapia Intensiva pero evoluciona mal, a pesar de las transfusiones de sangre, plasma y medicamentos administrados para regularizar el estado cardiovascular deficiente.
El cirujano inicial acudió temprano y decide volver a ingresar al quirófano para ver qué hizo el Residente y tratar la causa del persistente agravamiento de su paciente. No puede comenzar la tercera operación porque se anuncia un Paro Cardíaco. Efectuada la resucitación apenas se logró una mejoría temporal, y nuevamente, otro paro define la muerte de la enferma.
Un familiar próximo acusó al cirujano inicial de negligencia profesional. Se efectuaron los peritajes técnicos; Los jueces, después de 3 años, sin conocer la intimidad del problema, emitieron una sentencia condenatoria científicamente injusta. Tres peritajes de connotados expertos que firman conclusiones coincidentes sobre el caso, confirman mi aserción.
Existe un cuarto peritaje de un perito de INASES, inadmisible en su lectura. Se colige que fue efectuado por algún auxiliar invitado, que emitió una certificación con visibles lapsus de ortografía, sintaxis y terminología médica. Realizado - según aseguran dos expertos - con confusión mental e irresponsabilidad.   
El funcionario de la institución pública resultaría ser un  improvisado, y esto es gravísimo, pues su informe sirvió de base para el dictamen erróneo de los magistrados. Desconoce que la “Laparostomía contenida” deja un material para evitar la evisceración, y que en el presente caso la compresa no tiene significación vital-
El Paro Cardíaco impidió la re-intervención del cirujano tratante, que ahora es víctima de una mala lectura, debido a una escasa acuciosidad investigativa o el desconocimiento de quienes tienen el deber de administrar meridiana justicia en estos casos de grave complejidad.
Imagino la Fisiopatología de la presente complicación: Si por falla hermética de los dos o tres clips de cierre instalados en el conducto cístico se aflojan o deslizan, fluye bilis al peritoneo - que irritado - manifiesta síntomas de complicación que exigen  reintervención de urgencia. Reoperado en forma “abierta”, se aspira y lava, se limpian los compartimientos abdominales donde se está depositada la bilis dentro del peritoneo. Generalmente, no se cierra el abdomen, se cubren los intestinos con una pieza de nylon o compresas en paquete, para evitar la evisceración postoperatoria. Es la técnica salvadora denominada “Laparostomía contenida”. Varios días después, en re-operaciones similares, es posible ejecutar cerrar definitivamente la herida abdominal.
Para la lectura científica y conocimiento de los magistrados que sentenciaron al cirujano por dejar una compresa, el suscrito reflexiona profesionalmente: ¿Cuándo se introduce y se deja una compresa al interior del abdomen? En un paciente operado de Colecistectomía laparoscópica. ¿Jamás y es imposible como en el caso presente!
Los profesionales en Derecho que juzgaron el caso dictaminaron sobre estos problemas tan complejos y posiblemente jamás ingresaron a un Pabellón de operaciones. El cirujano que adquirió la maestría en 7 a 10 años de estudio y entrenamiento bajo la mirada de un connotado maestro de la cirugía y en un servicio de prestigio – reitero - no dejó ninguna compresa. No es posible establecer la  causa de la fuga biliar; existió pero no se produjo durante la cirugía laparoscópica; fue posterior sin precisar si fue inmediata o mediata en el postoperatorio.
Esta “iatrogenia”, así se titula el deslizamiento de los clips metálicos produjo una peritonitis biliar, sepsis, falla orgánica múltiple, paro cardiovascular irreversible y muerte. La causa de muerte sólo se conoce con la autopsia que aparentemente no fue realizada, y si lo fue,  habría que ver si fue practicada con profesionalidad científica.
Constituye un pesar irreparable la pérdida de un ser querido, la muerte de cualquier existencia humana, pero la medicina no es matemática ni es una ciencia exacta, no puede garantizar ausencia de complicaciones. Sus seguidores son sacerdotes del bien, y siempre, siempre, tratan de curar los males y salvar la vida, con los mejores instrumentos de su arduo entrenamiento y el constante estudio durante toda su vida.
La ignorancia puede traer graves consecuencias. Los profesionales de la Justicia no leyeron los peritajes de los tres expertos; tienen la obligación de rechazar el informe de INASES por la criticable ineficiencia del  informe. Ese ya es un tema político, no hay meritocracia en las instituciones públicas; jamás un concurso de competencia y méritos.
El abogado defensor debe asumir la argumentación científica y demostrar la verdad de los hechos, para que no se repita la injusticia sucedida con el menor de los hermanos Jáuregui, ni tengamos inocentes víctimas de los errores profesionales de las autoridades del Derecho. La sugerencia correcta a futuro es que, quienes tienen la elevada función de administrar justicia, visiten el quirófano, soliciten presenciar una cirugía laparoscópìca y también el funcionamiento de un servicio de cirugía y determinar la co-responsabilidad de los jefes y directores hospitalarios. De otra parte, los cirujanos deben invitar a los familiares al quirófano y explicarles los resultados de la técnica, las alternativas y las eventuales complicaciones durante el procedimiento. 
Sé que la Sociedad de Cirugía que fundé en Cochabamba salió por los fueros del cirujano víctima, también sé que la misma criticará arduamente a INASES por las deficiencias expuestas, pero ¿y las otras instituciones?¿Las autoridades de la Caja Nacional de Salud también responsables? ¿El Colegio Médico nacional? ¿La Federación de Profesionales de Cochabamba, los Comités de Bioética de las Universidades públicas y privadas, los expertos en Bioética y Deontología del Derecho y la Medicina? ¿Por qué no se pronuncian? ¿Temerosos que la sentencia también caiga sobre la dignidad profesional atropellada, callan misteriosamente? El Colegio Médico departamental publica una extensa nota generalizada e incluso sugerente de un encarecimiento de costos ante la judicialización; soslaya el tema sin precisar la defensa correcta al cirujano víctima, ni involucra a la institución de la CNS, la verdadera responsable de la postergación terapéutica del infausto suceso.

Gastón Cornejo Bascopé
Ex Presidente de la Sociedad Nacional de Cirugia.
Ex Presidente del Comité de Bioética de la Facultad de Medicina UMSS.
Ex Senador de Bolivia.

Cochabamba, diciembre 2015

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