viernes, 11 de diciembre de 2015

POTOSÍ DESDE LOS CIELOS


Gastón Cornejo Bascope

Cochabamba, noviembre 2015


El gran escritor Carlos Medinaceli, creador de Gesta Bárbara, a inicios del siglo pasado escribió una deliciosa página de estupenda prosa literaria, bajo el pseudónimo de Luciano de Samosata. En honor del gran pueblo hermano de Potosí indignamente postergado y apoyando su decisión de votar por el NO, reproduzco el fragmento inicial:

“Allá, en aquel país desde el tiempo y el espacio han perdido su imperio, dialogan las sombras de los que fueron … Por una remota remembranza de la cáscara de humanidad que aún les queda, se preocupan, en veces, de los asuntos terrenos y avizoran desde la atalaya de la eternidad hacia este minúsculo planeta, comentan los mínimos acontecimientos como vulgares periodistas y hasta murmuran como en cualquier mentidero …
/ Taine.- (A Sócrates) Fijos bien, mi querido maestro, en aquel punto casi imperceptible de la tierra. Parece que se trata de una ciudad. Una ciudad enclavada entre altas montañas, bastante alejada del mar, y donde la existencia, como en la Holanda salvaje del Siglo XI, debe ser intolerable; sin embargo,  tal es el esfuerzo humano, que en estas serranías se ha edificado una urbe y se vive, se trabaja, hasta quizá se piensa en ella … Mirad – le pasa el catalejo con el que ha estado contemplando el planeta.
/ Sócrates.- (Que tiene buena vista y la rechaza) Sí, la veo bien … Parece que se trata de una Ciudad de bárbaros o beocios, pues la encuentro bien alejada de Grecia.
/ Menéndez y Pelayo.- (Don Marcelino que ha continuado en el cielo cultivando la poligrafía para dar cima a su “Historia de las Ideas Estéticas”, se encuentra bien informado e ilustra a sus colegas): Esta ciudad fue fundada  a principios del Siglo XVI por don Juan de Villarroel, los hermanos Centeno y otros nobles de España, en las faldas de un hermoso cerro, donde descubrieron una ingente riqueza. A tanto llegó la fama de este portento, que esta ciudad, llamada en lengua indígena Potosí, es la única urbe americana mentada en ”El Quijote”.
/ Sócrates.- Esa mención de Cervantes debe constituir el mayor orgullo de esta ciudad.
/ Taine.-  Es lástima que don Quijote no la haya visitado.
 / Don Marcelino.- Don Quijote no podía visitarla, pues él despreciaba los vulgares tesoros materiales, iba en pos de valores espirituales. Quien debió ambicionarla fue Sancho y el Bachiller Sansón Carrasco. Y ha sucedido así: Potosí – como América entera – ha sido la ínsula a donde fueron a parar los sanchos y sansones carrascos de la España hampona.
/ Don Marcelino.- En vez de ufanarse estos indianos de la frase cervantina, de quien más se acuerdan es del flamenco de Carlos V, que, como bien sabéis, fue más flamenco por lo ladrón que por lo industrioso. El tal flamenco les concedió el título de “Villa Imperial” pero a cambio de las entrañas de plata que les arrancó.  El pobre Cervantes no pudo robarles nada…”

A continuación prosiguen el maravilloso diálogo otros insignes personajes: Platón, Robespierre, Maquiavelo, Rodó, Anatole France, Renán, Faguet, Voltaire, Dostoyewsky. Exponen sus argumentos particulares como extremistas que fueron, solamente el gran ruso tiene la voz piadosa donde los valores del espíritu gobiernan.
Medinaceli parece vivir nuestro tiempo y en su escrito considera argumentos en favor de los DDHH, la democracia, la libertad y la dignidad humana. Tiene expresiones soberbias:"Si la suerte nos ha deparado ser bolivianos, pues seamos profunda y automáticamente Bolivianos" 
El periodista Rubén Vargas no da una semblanza resumida pero valiosa en la entrevista a Mariano Baptista Gumucio sobre el gran escritor: "En Potosí trabaja en una oficina de minas, era maestro de escuela. Se lamentaba mucho de su vida, pero al mismo tiempo amaba entrañablemente al país y es de los que mejor lo ha comprendido. Muchisímo más que Alcides Arguedas, que se la paso en París y que Franz Tamayo que vivio encerrado: Medinaceli vivió la vida de las aldeas bolivianas, vivió el drama del mestizaje y de la ausencia del indio. El indio era un ser extraño al que él miraba con mucha atención y respeto. Sabía también del mundo de los tinterillos, de los curas, de los hacendados que no tenían alma

Medinaceli fue senador por Potosí, estaba muy vinculado a las clases populares, abominaba de esos círculos sociales que dominaban Potosí y Sucre. Era un espíritu libre, admiraba a Nietzsche. Tuvo la suerte de que llegara a Potosí Gamaliel Churata. Los dos iniciaron la aventura de Gesta Bárbara y conservaron una amistad de por vida. Era un milagro que una ciudad minera donde —lo dice él mismo muchas veces— se olía el olor del dinero y de los metales pudiera florecer  un grupo de quijotes que sacaran esa revista donde se hacía crítica de cine, se hacía teatro y se cultivaba la música. Es como ver una rosa en un desierto. Y la vida de Medinaceli fue también así, fue una especie de colibrí azotado por el viento del altiplano. La obra de Medinaceli no tiene desperdicio, todo es sabroso, agradable de leer y profundo. Nunca tiene un lugar común, nunca un adjetivo demás, es muy preciso y muy vigoroso. Ahí está su legado.

Naturalmente él votaría por el ¡NO! en el Referéndo chuto de febrero.


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